Un día para Recordar :-)
Yo podría decir que todos los días parecen ser lo mismo. Que las situaciones y las sincronías hacen de la vida un ciclo. Pero no voy a decir eso; no hoy.
Hace muy poco, tuve uno de esos días que una quisiera gritar al mundo y luego conservar en una caja de madera por la eternidad. Fue un momento sublime... Una tarde en que la nieve me persiguió por toda la zona central.
Esa tarde, recuerdo haber partido a Santiago a eso de las 2 de la tarde, en busca de las últimas correcciones y "calmantes" antes de tener que partir a Valparaíso para dar la tan esperada defensa de título. Al tomar el bus en medio de un diluvio, me pareció tan curioso ver como las gotas de lluvia rápidamente comenzaban a transformarse en gotas agua nieve justo afuera de mi casa... o a decir verdad, a unos metros de ella. Así comenzó mi viaje al norte de Rancagua; viaje en el cual vi nevar con mayor intesidad mientras más al norte íbamos. Era un espectáculo para mi sonrisa y la de los somnolientos pasajeros del bus.
Al llegar a Santiago aún llovía, y ¡a cántaro! ¡Qué fría tarde recuerdan mis huesos! Apenas tomé el metro, mi celular empezó a sonar... mis amigas preocupandose por mi pánico escénico... yo ya ni pensaba en él con tanta alegría para comunicar. Cuando bajé del metro, en Baquedano, un cálido abrazo me daba la bienvenida en tan fría tarde de agosto. Seguimos nuestro camino en busca de una de esas famosas micros del transantiago. Mi emoción por la nevazón camino a Santiago le caía como gotas de la lluvia a mi buena amiga que me repetía mirandome con ojos grandes de muñeca que jamás había visto nevar en su vida. Felices por mi felicidad, dejamos mis pertenencias, en su casa y partimos veloces a la "juntación" con mi profesor guía.. para variar ya estabamos más que atrasadas.
Luego de media hora llegamos a encontrarnos con el profesor; del cual nos volvió a sorprender su audacia al andar sólo paseándose de edificio en edificio con ese temporal en pleno centro de Santiago (sorprende porque yo ni cagando andaría por ahí sola con mis pertenencias en una silla de ruedas... si ni enyesá salgo sola!). Más aún nos sorprendimos de risa cuando nos dijo que nos fueramos caminando al C.C.E. para una charla que tenía que dar; y en el camino correjíamos mi presentación y pequeñas dudas (mis calmantes); nosotras nos miramos y sonreímos.... es que nadie puede! Irse caminado como 10 cuadras o más en pleno diluvio y tal frío que hacía. Pero bueno, el espíritu es otro..jeje. Partimos entonces caminado y conversando sobre mi tesis, mientras la lluvia nos dejaba peor que chapuzón de piscina, y el frío anulaba mis manitos...y bueno, no faltaron los considerados conductores que se esforzaron en mojarnos más aún. ¡Qué gentiles! Al fin a una cuadra del mencionado establecimiento al que nos dirigíamos, pasamos por un café para celentar el cuerpito. Ahí explayamos unos minutos más la conversación... mientras mirabamos como nuestro maestro secada su ropa con servilletas (jajaja.. fue cómico!) antes de ir a su charla. "La roñosidad es de adentro".
Posterior a esa charla y ya listas para pernoctar en Quinta, caminamos unas diez cuadras más hacia Baquedano. Congelándonos y riéndo a mares hasta más no poder por el lujoso paraguas de mi estimada amiga. Dicho artefacto, de dudosa confección, comenzó a cerrarse de pronto (se le venció el seguro! Cuán fino!) a tal punto que las gotas de agua comenzaron a cerrarlo aún más. Tan cómico fue para mí que por poco y me tiro al suelo de guata a reírme. Justo en eso estábamos cuando comenzó a nevar lento y seguido. Probablemente fue el punto cúlmine de nuestra felicidad ése día. Hacía no mucho yo había visto como las viñas camino a Santiago comenzaban a cubrise de blanco... y ahora nevaba sobre nuestras risas en plena Alameda a las 10 de la noche (app), mientras recordaba que mi amiga jamás antes había visto tal espectáculo.
Caminamos al estilo "torpe" mirando hacia el cielo sin parar de reir y ser felices.... lo mejor es que mirabamos todo como si jamás lo hubiésemos visto antes. Era como sentirse niñas de nuevo. (Tal vez eso es lo que más valoro de mí; que nunca pierdo mi capacidad de asombro. Es como seguir leyendo El Principito y sentir que es la primera vez).
La alegría era otra. La emoción que daban ganas de saltar y rodar, cantar y silbar de alegría. El corazón a mil por hora... jugando como locas y llamándo a medio Chile para contar lo felices que éramos en tan preciso minuto.
Creo que sin duda ése día es para recordar y conservar en una caja de madera... y no olvidar jamás!
....Y por supuesto que al día siguiente aprobé mi exámen de título con un 6.5 regocijante de felicidad junto a mis estimadas amigas.
2 comentarios:
Que mirada tan dulce tienes, es digna de un ángel tan bello como vos!
jfrancisco70@hotmail.com
gracias..jeje!
escribes tú? Tienes blog?
saludos.-
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